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Aunque suena a tópico, Federico Chopin es, sin duda alguna, el más universal de los compositores polacos y el más polaco de los compositores universales, habiéndose convertido hace muchos años ya en una excelente tarjeta de visita de la cultura polaca. No hay en el mundo pianista que no tenga en su repertorio varias obras suyas como tampoco hay melómano que desconozca su creación.
Desde que se dio a conocer en París ofreciendo conciertos, su fama empezó a crecer propagándose por numerosos países donde las obras del joven compositor y pianista revolucionaron la música con su contenido romántico muy personal, original y nuevo para la época, que hasta hoy no ha dejado de encantar y emocionar a toda clase de públicos. Le llegaban muchas invitaciones desde los rincones más exóticos del mundo que, por regla general, solía rechazar no solo por su precaria salud sino también por el auténtico pavor que le daban las actuaciones en grandes teatros y salas de conciertos. Por eso, Chopin viajaba relativamente poco y en uno de esos escasos viajes que, además, con el tiempo resultó ser muy importante tanto para su vida sentimental como para su creación artística, el destino le llevó a Mallorca pasando por Barcelona en compañía de George Sand y los dos hijos de ésta. Así el compositor tuvo la oportunidad de pisar la tierra catalana donde su obra tuvo una acogida verdaderamente entusiasta.
Para conmemorar su paso por la Rambla barcelonesa de hace ahora 175 años (repetido unos meses más tarde, de regreso a París), su breve estancia en el Gran Hotel de les Quatre Nacions, la fascinación que ejerció sobre los grandes de la música catalana, ha surgido la idea de rendirle un homenaje que recoja las obras inspiradas en la creación chopiniana, algunas decimonónicas, otras muy recientes, todas ellas interpretadas magistralmente por Jordi Camell. Así ha nacido el disco que tenemos el placer de presentarle esperando que lo disfrute y que llegue a descubrir un Chopin nuevo, un poco oculto entre las notas compuestas por creadores que lo han vivido de verdad y que, además, son catalanes, o sea, también polacos.
